Tourbillon Skelet Sapphire Opal
la sugestión como forma de arte
Si hablamos de literatura, cine, erotismo o emociones, todo aquello que se sugiere es siempre más atrayente que lo que se desvela. Mostrar es fácil. Sugerir o insinuar es un arte mucho más delicado. Esta es la belleza que reside en el Tourbillon Skelet Sapphire Opal. Cubierto de zafiro y envuelto en un velo de ópalo, este reloj deja entrever con sutileza parte de su mecánica más íntima: su movimiento esqueleto suspendido en el vacío, impulsado por un tourbillon volante con una reserva de marcha de 8 días. Una pieza única y luminosa para el coleccionista esteta.
En Jaquet Droz, las esferas minerales son un tipo de artesanía muy apreciada. Si bien las piedras se eligen por su fuerza, su color o su simbolismo, rara vez suelen valorarse por su transparencia. Sin embargo, este es el principal atractivo del ópalo. No es casualidad que el origen de su nombre proceda del sánscrito upala, que significa «piedra preciosa». Sus reflejos verdes y azules son incomparables. Se cuenta entre las pocas piedras cuyo color varía según su exposición a la luz. Este fenómeno tiene un nombre específico que se conoce como «iridiscencia», término que describe esta propiedad poco común de variación cromática espontánea.
Por todo ello, el ópalo se impone como pieza clave del nuevo Tourbillon Skelet Sapphire. Radiante y luminosa, esta creación se ve bañada de luz gracias a su caja totalmente fabricada en zafiro en La Chaux-de-Fonds, Suiza. Con este revestimiento, la luz no incide únicamente desde arriba sobre la esfera de ópalo, como en un reloj de diseño clásico. En este caso, la luz se vuelve omnipresente. Penetra en la pieza por detrás, por delante y por los lados. Serpentea a través del movimiento. Se desliza entre puentes y engranajes. Roza el tourbillon, acaricia las agujas, se enrosca alrededor de la masa oscilante de oro y se escapa por la carrura. Está presente en todo momento, siempre inasible. El ópalo revela su movimiento, capturando su curso a merced de reflejos tornasolados.
La mecánica de precisión «Swiss Made» está a su servicio. Con su arquitectura en forma de «8», seña de identidad estética de Jaquet Droz, el movimiento presenta un tourbillon esqueleto volante a las 12 h, equilibrado por la indicación de las horas y los minutos a las 6 h. Ambos son perfectamente visibles gracias a dos aberturas realizadas a ras del ópalo, cuyo grosor no supera los 0,7 milímetros.
Para esta pieza única, el calibre con reserva de marcha de 8 días se ha revestido en gris antracita. Las agujas, la corona y los tornillos (con cabeza de estrella) emblemáticos de Jaquet Droz son de oro blanco. La caja de 42 milímetros, con pulsera de caucho blanco, es ideal tanto para muñecas masculinas como femeninas. Una pieza única, tan precisa como preciosa, que brinda al tourbillon tradicional un nuevo protagonismo inesperado y singularmente disruptivo.