Esta nueva creación, llamada "Loving Butterfly Automaton", narra una historia; la historia de un ingenioso relojero, Henri-Louis Jaquet-Droz, que hace 242 años, realizó un autómata androide para el que elaboró maravillosos bocetos, como el de un ángel en un carro tirado por una mariposa, como una celebración del amor y la pasión. La historia de los creadores, artesanos y relojeros de Jaquet Droz que decidieron retomar ese diseño como fuente de inspiración para realizar creaciones contemporáneas, inicialmente en pintura en esmalte, después en escultura, y ahora en un reloj autómata. La historia de los relojeros que desarrollan y ensamblan minuciosamente un mecanismo exclusivo, la de artesanos apasionados que esculpen y graban a mano cada uno de los componentes de este cuadro animado. La historia de una marca que no deja de maravillar.
El Loving Butterfly Automaton, que pertenece a la prestigiosa colección de relojes autómatas de Jaquet Droz (como el Bird Repeater, el Charming Bird, el Lady 8 Flower), es una revolucionaria proeza técnica y estética fuera de lo común. En este modelo, la famosa esfera del Petite Heure Minute ha sido dispuesta como el escenario de un teatro naturalista. Prácticamente se sienten los tres golpes de bastón: el espectáculo puede empezar en medio de un delicado bosque, evocando los paisajes de la región de La Chaux-de-Fonds. Entonces aparecen el ángel y la mariposa, réplicas del boceto de The Draughtsman, uno de los autómatas que fascinó a toda Europa en el siglo XVIII. La emoción sigue siendo la misma cuando se abre un mundo de poesía bajo el cristal de la esfera con una simple presión del pulsador de la corona. Graciosa y ligera, la mariposa cobra vida tirando al ángel en su carro animado. Precisamente, la rueda del carro gira generando una suntuosa ilusión óptica, resultado de la asociación de rayos fijos y móviles, un fabuloso juego de movimientos que ilustra una técnica que conocen perfectamente los creadores de autómatas. El amor emprende su camino y la fascinación ante este escenario, onírico y suntuosamente refinado, es inmediata.
Aquí predomina el trabajo meticuloso en cada detalle. Cuarenta elementos en oro blanco o rojo, grabados a mano, son ensamblados manualmente con una sorprendente meticulosidad, comenzando por el brazo y la cara del pequeño Cupido hasta la expresión conquistadora, y las patas y las antenas infinitamente frágiles de la mariposa. Por su parte, los árboles de solo 0,2 milímetros de grosor son extraídos uno a uno, como agujas. El savoir-faire relojero utilizado para realzar el aspecto artístico de esta pieza representa una técnica innovadora para la que se ha solicitado una patente. La fineza de los volúmenes en oro contrasta con la esfera en ónice o nácar negro de Polinesia, confiriendo un toque aún más fascinante a la magia de esta escena atemporal.
El exclusivo mecanismo de autómata, protegido por dos patentes, es fruto de tres años de desarrollo. Gracias a su reserva de marcha, garantizada por tres barriletes que se arman manualmente con la corona, la mariposa puede desplegar delicadamente sus alas al ritmo de 300 aleteos, durante dos minutos aproximadamente. Si se mira de perfil, el realismo de la escena es aún más impresionante.
El movimiento de horas-minutos está dotado de una masa oscilante en oro 22 quilates que retoma la forma de la rueda del carro, simbolizando la vida. Todos los códigos del lujo relojero realzan los dos modelos de 43 mm de diámetro, enmarcados por la luminosidad del oro y dispuestos en una pulsera en piel de aligátor hecha a mano. Este magnífico espectáculo está reservado a un público de conocedores, puesto que cada versión es editada en 28 ejemplares exclusivamente y se entrega con un certificado de autenticidad firmado por los artesanos de Jaquet Droz. Los conocedores de relojería se dejarán conquistar por el aleteo del Loving Butterfly Automaton, una creación dedicada al tiempo más precioso, el tiempo que invita a soñar.
“Some watches tell time, some tell a story”