Este proyecto, que comenzó en 2014, necesitó un desarrollo de cuatro años. The Signing Machine, presentado con motivo del 280.º aniversario de la Casa, perpetúa la tradición secular de maravillar con mecanismos que inició su fundador en 1738.
Cuando hablamos de la «firma Jaquet Droz», haciendo alusión a su creatividad mecánica y estética, no lo hacemos por casualidad. La Casa perpetúa el arte de maravillar desde el siglo XVIII. Gracias a la iniciativa de Pierre Jaquet-Droz, fue la primera en combinar los universos de la Alta Relojería, las Artes y los Autómatas, y actualmente es probablemente la última.
Por tanto, la presentación de «The Signing Machine» es un evento excepcional. Celebra el 280.º aniversario de la marca, un acontecimiento que esperan ansiosos los coleccionistas, quienes ya habían vislumbrado una primera versión de The Signing Machine en 2014. Lo que antes era solo un proyecto ambicioso, hoy en día, tras cuatro años de desarrollo, es un autómata terminado.
Es un digno heredero del legado de Pierre Jaquet-Droz: realizar maravillas mecánicas, piezas únicas, que puedan reproducir lo vivo con una maestría impregnada de magia y misterio. The Writer, The Musician y The Draughtsman, los autómatas de la Casa que hoy en día se exponen en el Museo de arte e historia de Neuchâtel, sentaron las bases de un arte que ha superado el paso de los siglos y recorrido continentes, presentándose en la corte del rey de España y la del Emperador de China, así como en París, Londres, Ginebra y Moscú.
The Signing Machine, que se presenta este año en Baselworld, es la expresión perfecta de esa visión. La Casa ha solicitado dos patentes, inspiradas en The Writer y The Draughtsman, para protegerlo. La fluidez del autómata ha sido optimizada con el fin de garantizar la realización de firmas perfectas y más regulares. El autómata ahora dispone de un indicador de reserva de marcha, la cual permite hacer dos firmas completas antes de darle cuerda nuevamente con la palanca que se encuentra en el costado de la máquina. Con toda la cuerda dada, un conjunto de 585 componentes, un mecanismo extremadamente complejo ensamblado y acabado a mano, se pone en marcha. La programación de la firma, es decir, la codificación de los trazos en las tres camas, también se lleva a cabo a mano.
La firma que reproduce The Signing Machine es única y personal. Para activarlo, es necesario el código de seguridad de cuatro dígitos que elija el usuario, quien a su vez elige la mayor parte de los elementos decorativos de The Signing Machine, reflejando la filosofía de Jaquet Droz de realizar auténticas obras de arte exclusivas, elaboradas a mano en sus Ateliers.
Esta pieza, pulida y satinada, se viste de oro rosa o de madera dura ennegrecida. Ha sido diseñada para acompañar a su propietario y para ello tiene un estuche de piel. «The Signing Machine» de Jaquet Droz podrá entonces recorrer el mundo, como lo hizo Pierre Jaquet-Droz en su época, llevando el arte de maravillar más allá de las fronteras y los océanos.
“Some watches tell time, some tell a story”