HOMENAJE AL ARTE DEL ESMALTE PAILLONNÉ

Una línea de relojes excepcionales, que encarnan novedosas versiones del espíritu de Jaquet Droz, rinde tributo a la majestuosidad de la técnica ornamental del esmalte paillonné. Un verdadero evento artístico y relojero que combina lo mejor del presente con las leyendas del pasado.

Para Jaquet Droz, la modernidad y la tradición son inseparables. La Marca de las dos estrellas, que nació en el Siglo de las Luces, heredó los oficios ornamentales más hermosos de su época. Por esa razón, sus creaciones siempre son aclamadas, tanto por su excelencia mecánica como por el esplendor de las esferas pintadas, grabadas y esmaltadas en los Ateliers d’Art de La Chaux-de-Fonds.

Dentro de esas técnicas ornamentales, el esmalte paillonné ocupa un lugar especial. Se trata de un trabajo de orfebre que consiste en depositar diminutos motivos en oro, uno por uno, a mano sobre el fondo de color esmaltado para dar forma a un motivo perfectamente geométrico que se fijará bajo una capa de esmalte translúcido llamado «fundente». El dominio de las temperaturas extremas de los hornos es indispensable para que el esmalte tenga una textura y un color homogéneos. Pierre Jaquet-Droz dominaba ese savoir-faire: de hecho, gracias a su trabajo, y al de otros artesanos, el esmalte paillonné vivió una época de esplendor en el siglo XVIII. Los artesanos de Jaquet Droz utilizaron motivos en oro de aquella época para dar vida nuevamente a la técnica. En la actualidad, nuestros artesanos pueden elaborar sus propios motivos en oro y conferir una nueva dimensión emocional al procedimiento, reuniendo los gestos del pasado y los del presente en una misma pieza, y asociando al arte del esmalte paillonné los tonos inimitables del esmalte Grand Feu.

Cada año, la Marca presenta nuevos modelos exclusivos con el fin de celebrar esta belleza atemporal. En 2016, los nuevos relojes en serie limitada llevan aún más lejos los límites de la creatividad y la belleza. Las familias relojeras más emblemáticas de Jaquet Droz ostentan este savoir-faire que se caracteriza por su rigor gráfico y el resplandor que se desprende del oro rojo y el color del esmalte.

El Grande Seconde juega con un violeta y un gris inéditos, y con un color azul particularmente luminoso. El Petite Heure Minute, en formato 39 mm, luce los mismos colores, mientras que The Pocket Watch evoca el mito relojero del reloj de bolsillo y se viste de azul o rojo. El Petite Heure Minute, por su parte, se presenta en una versión revolucionaria, más femenina de 35 mm, con una esfera color azul profundo, con efecto rayos del sol, como todos los modelos de esta edición. Por último, el majestuoso Tourbillon, dotado de una reserva de marcha de siete días, es realzado por primera vez por un esmalte paillonné. Este modelo, que ha gozado de una atención particular, ofrece un sinnúmero de detalles, incluyendo un azul especial para las agujas, cabezas de tornillos sobre la aureola y masa oscilante en lapislázuli, muestra de la maestría legendaria de Jaquet Droz en el ámbito de las piedras ornamentales y las complicaciones relojeras.

Estas novedades, realizadas de conformidad con las reglas definidas en el Renacimiento, se reinventan constantemente. Este año, el estilo sutil característico de Jaquet Droz modifica las barritas en oro superpuestas: el artesano ha colocado a mano un punto de oro en las intersecciones de los trazos, realzando los volúmenes decorativos recubiertos por el esmalte transparente.

Cada una de estas piezas exige un trabajo extremadamente minucioso y se presenta en edición limitada; cada creación es una invitación a vivir una experiencia única que conjuga, en tiempo presente, lo mejor de un trabajo artesanal secular con lo mejor de la modernidad.

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